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El Cascanueces, Ballet de Piotr Ilich Chaikovski

El Cascanueces, Ballet de Piotr Ilich Chaikovski

Aunque la producción del Cascanueces de esta temporada en el Teatro dell’Opera di Roma sea la primera vez que asistan al último ballet de Piotr Ilich Chaikovski, reconocerán al instante gran parte de su música. Del Galope de los niños y Danza de los padres al Vals de las flores o a la Danza del hada de azúcar, por mencionar sólo tres cuadros de esta maravillosa obra, el talento de Chaikovski para la composición, como el de cualquiera de los grandes creadores del siglo XIX, ha encontrado una manera de entrar en nuestra conciencia, independientemente de nuestro conocimiento sobre los géneros o los movimientos culturales.

Actualmente un eterno favorito durante las fiestas navideñas, El Cascanueces fue sin embargo un fracaso en su estreno, el 18 de diciembre de 1892 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, cuando se representó junto con la première de Iolanta, ópera también de Chaikovski. Tal vez la reacción del público tuvo algo que ver con el hecho de que la coreografía original no había sido concebida únicamente por Marius Petipa quien, habiendo caído enfermo, encargó a su asistente Lev Ivanov, que terminase el ballet. No obstante, un estreno mediocre parece ser el precio que las obras más imperecederas deben pagar para tener su lugar dentro del repertorio.

El libreto de El Cascanueces, escrito también por Petipa, se basa en una adaptación de Alejandro Dumas sobre el cuento de hadas El cascanueces y el rey de los ratones de E. T. A. Hoffmann. Es víspera del día de Navidad y las celebraciones de la familia Stahlbaum se ven interrumpidas por la llegada de Drosselmeyer y su colección de maravillosos juguetes mecánicos. Cuando todos se han ido a la cama, el juguete favorito de la joven Clara Stahlbaum, un cascanueces de madera vestido con uniforme de soldado, cobra vida. Juntos, la niña y el Cascanueces, derrotan a las hordas de ratones dirigidos por el Rey de los ratones. La recompensa de Clara por haber salvado al Cascanueces, convertido ahora en un apuesto príncipe, es ser llevada al Reino de los dulces donde es agasajada y entretenida con una serie de danzas fantásticas, ejecutadas por una gran cantidad de personajes mágicos.

Hoffmann, al igual que sus compañeros románticos, defendió el poder de la imaginación sobre la razón. Como en muchos cuentos de hadas, en la trama de El cascanueces y el rey de los ratones hay tanto luces como sombras y, aunque el ballet de Chaikovski es particularmente adecuado para niños, el compositor no tuvo miedo de escribir una partitura que contuviese temas que contrastaban enormemente unos con otros. La música es a veces urgente y otras veces serena y misteriosa. Así, El Cascanueces nos pide apreciar y deleitarnos con la belleza del mundo que nos rodea pero manteniéndonos alerta sobre las fuerzas que podrían destruirlo.




image Silvia Lelli / Teatro dell’Opera di Roma